En su artículo del 26 de abril de 2016, intitulado “Ahora le echan la culpa al dólar por la carestía de los medicamentos”, Juan Gossaín, magnífico periodista, denuncia, factura en mano, que en Colombia un fármaco llamado Cozaar, para pacientes con presión arterial alta, de 30 comprimidos de 50 miligramos cuesta 227.650 pesos.
En España uno de 28 comprimidos, con igual cantidad de miligramos, vale 8,20 euros, al cambio de esa fecha unos 27.806 pesos colombianos. El Losartán, un genérico del Cozaar, con gramaje igual cuesta en Colombia 13.600 pesos. En Costa Rica venden la caja en 4.500, en Honduras en 4.600. Tres veces menos que aquí. Son sólo un par de ejemplos desgarradores del grave problema de la salud en Colombia, tratada como negocio al servicio de las EPS, las empresas farmacéuticas y los intermediarios.
Abajo encontrarán las cifras escandalosas de otros medicamentos, citados por Gossaín en su artículo, a modo de otros ejemplos adicionales, unos pocos más, del universo que podrían citarse en un estudio más detallado.
El médico que receta (como en la imagen) amor en altas dosis tendría doble razón para hacerlo. Por un lado, porque el amor resulta potente estimulante para el espíritu y por lo tanto para la salud; pero por el otro, porque la inmensa mayoría de colombianos, literalmente esquilmados por el Gobierno y las farmacéuticas multinacionales, no tienen como comprar los medicamentos necesarios para su recuperación.
Así entonces, les toca morirse, ojalá pronto, en medio del amor familiar, pues no hay manera de que puedan arrimarse por una farmacia para comprar la droga genérica ni menos la de marca, todas cuales les niegan sistemáticamente las EPS a los pacientes dado que no estarían incluidas en el POS (el fraude por recobros al Fosyga por medicamentos que sí lo están, alcanza cifras vergonzosas, pero ese es otro cuento macabro que luego examinaremos), y por supuesto, porque el deprimido salario de muchos de quienes tienen la escasa fortuna de contar con un trabajo decente, no alcanza ni siquiera para comer, lo cual queda patentemente revelado con las espantosas estadísticas de desnutrición, que constituye de lejos la razón fundamental de los graves padecimientos de salud de la inmensa mayoría de la población colombiana. Y cómo razón última, la de fondo, la que explica todos los males, la inmensa corrupción.
¿Qué les queda entonces a los pobres? El amor, que trata de sobrevivir en medio de tan terrible existencia. Nada más. ¡Ah! ¿Y qué pueden hacer los médicos?, obligados a recetar nada más que aspirinas, acetaminofén o esomeprazol, podrían intentar formular como remedio valioso la única posibilidad al alcance de todos y a veces sin costo: dosis por montones, muchas dosis de amor.
LAS CIFRAS:
- Precio medicamento Cozaar en Colombia $227.650. En España $27.806. Ocho veces más caro acá.
- Precio del genérico Losartán en Colombia $13.600. En Costa Rica $4.500. En Honduras $4.600. Tres veces más caro en Colombia.
- Precio del Naproxeno (para tratar artritis leve, inflamaciones). En Colombia $6.800. En Costa Rica $3.200. En Panamá $3.000.
- Crestor (contra el colesterol) En Colombia $440.000. En Francia $61.000. En Alemania $59.200. En Ecuador $110.000.
- Glimepirida (para reducir el azúcar en la sangre) $49.000 en Colombia. En Venezuela $8.500, México $10.600, Chile $10.300.
- Plaquinol (para combatir el lupus y la artritis), vale en Colombia $320.000. En Nicaragua $37.789. Un sobrecosto en nuestros país equivalente a 8.5 veces en relación con Nicaragua.
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