El gobierno de Santos entre la corrupción, las mentiras y el empobrecimiento generalizado del pueblo colombiano

Ene 11, 2017 | Actualidad Atrae | 0 Comentarios

No hay que explayarse en demasía para hablar, para reconocer la profunda corrupción que aniquila toda posibilidad de desarrollo real de la sociedad y la economía colombianas. Mientras no podamos contener este flagelo no habrán noticias diferentes a la ratificación del atraso y el hambre en todas las latitudes del país. Sólo lo grandes señores de los conglomerados económicos, los políticos “enmermelados” y los jueces venales prosperan y aumentan todos los días sus arcas personales y familiares, todo ello a costa de las clases media y pobres de un país que en esas condiciones no tiene futuro loable.

La aprobación de la reforma tributaria con su aumento del IVA general del 16% al 19%, permitirá atender el manejo nefasto dado a la economía en la época de los altos precios del petróleo, pero claro, lo pagaremos los consumidores, en especial en la adquisición de los bienes de la canasta familiar, muchos gravados con este incremento impositivo, en especial en materia de ropa y calzado y, en el caso de muchos productos alimenticios, que no han sido gravados en este nuevo porcentaje pero si con un IVA del 5%.

Pero eso, por grave que sea, no lo es todo; el asunto es que la telefonía celular, los datos, la internet, servicios básicos para facilitar el acceso de la población a la educación, el conocimiento y la tecnología, también fueron gravados, para colmo, con el llamado impuesto al consumo. Nefasto panorama para un país que lejos de impulsar el empleo formal ve aumentar el número de trabajadores que no obtienen los recursos necesarios para asegurar su atención en materia de salud, ni menos para aportar con miras a lograr una pensión en su vejez. Es decir, un gobierno que condena a la mayoría de su población a trabajar en condiciones de informalidad.

El registro de una inflación anual para el 2016 en sólo 5,75% es bastante sospechoso. Una inflación que galopaba a mediados del año en valores anuales por encima del 7%, de pronto, en los últimos cuatro meses del 2016, dizque retrocedió considerablemente. Nada fácil de creer y menos en un país signado con índices alarmantes de corrupción, con las mentiras descaradas y las explicaciones chambonas de su presidente.

El aumento del salario mínimo alcanzó para un 7%. Según las estadísticas de los últimos diez años, en promedio, este incremento ha estado 1,23% del IPC anual. Así que lo ocurrido confirma la tendencia. No hay sorpresa alguna, al menos no para quienes nunca hemos tenidos las esperanzas puestas ni en los falaces ministros del trabajo surgidos del sindicalismo o en la farsa revolucionaria de la ministra López.

Llamar a la resistencia civil, a la desobediencia, es apenas lógico y razonable. Unirnos y empuñar el papel, utilizar las redes sociales, botarse a las calles, debe ser tarea inmediata e impostergable. Apoyar revocatorias, disminución del número de congresistas y de sus asignaciones, e igual tratamiento para el caso de los magistrados de las altas cortes y los altos funcionarios gubernamentales.

No más pasividad. ¡Vamos todos y con todo a la carga!

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