Los tiempos actuales no admiten pausa. El cambio es permanente, no pocas veces profundo, y abarca todas las esferas de la vida: la social, económica, familiar, personal y por supuesto, laboral. La inevitable interrelación entre todas ellas, induce a su vez, a otros cambios, en una acción tan compleja como intrincada.
Las relaciones laborales incluyen ahora aspectos antes desconocidos o profundizan otros, que apenas comienzan a surgir pocos años atrás.
Muchos de los nuevos trabajadores no parecen dar señales de preocuparse por su estabilidad laboral ni tienen como objetivo o proyecto de vida trabajar por largos años en las empresas que los contratan. Las vinculaciones laborales de largo aliento tienden a ser cada vez menores, justamente cuando las exigencias para lograr una pensión en la vejez se hacen más difíciles de cumplir en lo que respecta al número mínimo de semanas cotizadas, bien sea en el régimen de prima media con prestación definida, pero también en el privado, en tanto se requiere la acumulación de un capital suficiente para asegurar un poco más de un salario mínimo o el monto que quiera lograr el trabajador como mesada pensional, lo cual conlleva a cumplir, de todas formas, con un buen número de semanas de cotización para lograrlo.
A su turno, no pocos empresarios miran la contratación laboral desde perspectivas que otrora no parecían ser tan usuales. El contrato a término indefinido da paso a la contratación a plazo fijo, o a las figuras de la contratación a término de obra o de labor, utilizadas por muchas empresas para abaratar sus costos y no reconocer de manera plena y justa las prestaciones sociales de sus trabajadores. Enviarlos a vacaciones periódicamente, implica en realidad la liquidación y pago final y por lo tanto la terminación del contrato por parte del empleador, sin que tal actuación sea óbice para volverlos a contratar pocas semanas después en actividades exactamente iguales a las realizadas con anterioridad. Claro, se trata de una burla a la legislación laboral vigente.
Las explicaciones se buscan en los mercados globales. En la amplia oferta existente. En la necesidad de mejorar la competitividad empresarial y en garantizar la supervivencia de las empresas que dan empleo.
No obstante, reducir las condiciones de vida de los trabajadores, afectar su bienestar por los medios comentados, sólo conduce a la larga al deterioro de las relaciones entre trabajadores, empresarios y administradores. La competitividad no puede lograrse a través de mecanismos tan deplorables. Se requiere, por el contrario, la participación comprometida de todos los actores inmersos en la actividad laboral, incluso del Estado, para lograrla, a partir de la aplicación del conocimiento científico, el uso de la tecnología, la innovación y la creatividad.
Los retos de los trabajadores para conseguir que los empresarios aumenten la contratación a término indefinido y obtener salarios dignos y suficientes pasan por la actualización y fortalecimiento de sus conocimientos, para brindarle a la empresa la competitividad que sólo así puede lograrse de manera sostenible, de modo tal que aumente el valor económico aportado y por lo tanto se facilite la preeminencia de su estabilidad laboral por encima de otras formas de contratación que atentan contra sus intereses.
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