El papel estratégico que en el bienestar de los colombianos cumple ISAGEN, es el resultado directo de su sustancial participación en la prestación de un servicio público esencial: el de generación y comercialización eléctrica. La generación se caracteriza en Colombia por contar con un número muy pequeño, no más de cinco oferentes, los cuales producen más allá del 80% de la producción de energía eléctrica que el país necesita. De ahí, de estas dos características cruciales: sector estratégico y, además, oligopólico, se deriva la importancia de contar con una empresa como ISAGEN, con mayoría acciones propiedad de la nación, bajo su control, y por lo tanto, propiedad de todos los colombianos. ISAGEN, en el escenario descrito, cumple un papel vital para los colombianos, por varias razones:
- Construye proyectos hidroeléctricos, aprovechando los buenos recursos hídricos con los que cuenta el país, que por su alta inversión y largo período de maduración y construcción, es decir, por el ato riesgo que implican, los privados históricamente no han construido ni construirán.
- Es capaz de hacerlos allí dónde el país lo requiera. Aún en medio de condiciones de orden público adversas. La central hidroeléctrica Amoyá, la Esperanza, es un ejemplo claro de esta capacidad de ejecución, que sobrepone el interés de la sociedad incluso por encima del mezquino interés privado.
- Su compromiso con el país va más allá de lo ordenado por la reglamentación ambiental. ISAGEN entiende que no puede limitarse a cumplir con unas disposiciones que regulan los mínimos aceptables. La protección y conservación del agua, de los bosques, de la biodiversidad, con los cuales está firmemente comprometida la empresa, nacen justamente de su condición de empresa nacional, de su visión de largo plazo, no simplemente de la explotación del recurso y la obtención a ultranza de la máxima rentabilidad.
- El despliegue social, con las comunidades, con su proyección y el mejoramiento de su calidad de vida, tienen que ver con una concepción profunda de que cualquier actividad, y más aún si se despliega en el marco de la prestación de un servicio público esencial, debe partir de entender, respetar, promover y ayudar a las colectividades agrupadas alrededor de las cuencas y las centrales de generación. La razón fundamentalmente de una actuación como la descrita se centra en considerar al ser humano factor y sujeto esencial del desarrollo económico, y parte de la concepción de que la rentabilidad sólo es ética, cuando asegura el desarrollo integral del ser humano. Esto es posible sólo en empresas formadas a partir del capital público, capaces de asegurar que aunque la rentabilidad es indispensable para asegurar el futuro, no es el único y principal factor de una empresa. El equilibrio que lleva a la sostenibilidad – lo social, lo ambiental, la rentabilidad, los tres factores al mismo tiempo- sólo logra su mayor dimensión en empresas con cualidades como las de ISAGEN. Su privatización total, pondrá en grave riesgo ese equilibrio, en una palabra, la sostenibilidad lograda hasta el momento.
- Dejar en manos del sector privado, incluso multinacional, una proporción sustancial de la generación eléctrica del país, compromete su soberanía energética. Allí donde la regulación no alcanza a cubrir todas las fallas del mercado, donde no es suficiente para garantizar que los privados actúen – por ejemplo para construir proyectos eléctricos de alto riesgo o en zonas de difícil acceso – allí, el Estado debe contar con una empresa que como ISAGEN sea capaz de acometer sin dilaciones, con estudios serios y riesgos bien identificados y bien asumidos – los proyectos que el país necesita.
- Empresas con el conocimiento, con la experiencia, con la competitividad que ISAGEN hoy demuestra, no se construyen en años. Tardan muchos en alcanzar el nivel de excelencia con el que cuenta la compañía. No es posible venderla, o destruirla como de alguna manera pretende el gobierno de Santos para luego reconstruirla a placer, y que haga lo que no se previó, no se identificó o no se puede lograr del capital privado nacional o multinacional.
- Sostenerse en la regla fiscal limitando el endeudamiento del Gobierno Nacional al 28.4% del producto interno bruto –PIB- en el 2020, partiendo del 39,4% en el 2010, (lo que implica un superávit promedio anual del 1,3%), mientras los países de la OCDE promedian el 110%, es una medida irracional e incomprensible. Sin embargo, lo es más cuando se conoce que el gobierno emitió bonos de deuda pública por $1.5 millones de dólares en el mercado internacional, a la tasa del 4,6%, mientras que las reservas, calculadas en poco más de $47 mil millones dólares, apenas obtienen un reconocimiento del 0.15%. Mucho se dijo sobre que la acumulación de estos recursos durante los buenos tiempos, especialmente en aquellos que el precio del barril WTI rondaba los USD100, (del 2010 hasta principios de 2014), serviría para afrontar las épocas tan aciagas como las actuales; pero no, por el contrario, lo que se hace es endeudar más al país, y vender el ya poco, estratégico, sostenible y eficiente patrimonio público de Colombia, y justo ahora, la segunda generadora de energía eléctrica del país: ISAGEN.
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